Las obras de William Shakespeare son quizá, hoy día, junto con
la Biblia, los clásicos más leídos, más traducidos, más estudiados e
indudablemente los más amados en el mundo anglosajón y unos de los más
admirados fuera. ¿El secreto de su vitalidad y universalidad?
Difícil
resumirlo en una respuesta simple. En parte emana de la armonía y madurez con
que sus personajes actúan sin dejarse condicionar "a priori" de lo
que es justo, ni manipular por el autor, irguiéndose con problemáticas que
surgen de lo profundo de su modo de pensar en un lenguaje coherente, poético,
rico, vital. Todos sus héroes son únicos e irrepetibles; Shakespeare sabe
encontrar lo especial que hay en cada uno, "viviendo pues desde su
autenticidad", estando siempre presente en ellos "el temple de la
vida".
No es de extrañar, pues, el estado de ánimo de un
Peter Brook cuando exclama que aún hoy en nuestros días: We are faced with
the infuriating fact that Shakespeare is still our model.1
Romeo y Julieta, Ótelo, Hamlet, Macbeth, el rey Lear,
Falstaff, etc., son personajes que nos hablan desde dentro, desde lo más hondo
de su situación existencial: ciegos de amor, consumiéndose de celos, agitados
por la duda, devorados por la ambición y el remordimiento, debatiéndose entre el bien y el mal en el amor paterno
filial, ebrios de fanfarronería, etc., y le que es más sorprendente e
inquietante, sin ninguna finalidad moral prefijada.
Congresos, simposios, libros y críticas han proliferado
en todas las épocas, ocupándose del hombre y de escritor; las opiniones y las
interpretaciones de la vida y obra shakesperiana existen, por tanto, para todos
los gustos.
Como hombre, ha sido considerado un personaje enigmático, debido al hecho
de no disponer de ningún material autobiográfico. Esto es cierto, sin embargo
todos los eventos importantes de su vida están constatados en el archivo parroquial
de Stratford: fecha de bautismo, licencia de matrimonio, bautismo de los hijos,
fecha de su entierro.
Se sabe que nació en 1564, en un pueblecito del condado
de Warwick, en el corazón geográfico de Inglaterra, Stratford-on-Avon, que en
aquella época no sobrepasaba los 2000 habitantes y era un centro de] mercado y
ferias. Contaba además con un hermoso puente sobre el río Avon, una escuela de
cierto rango y una magnífica iglesia - la Santísima Trinidad -, cuya hermosa
cancela y esbelta torre se reflejan en las tranquilas aguas del río. Allí fue
bautizado y enterrado Shakespeare.
El padre, John Shakespeare, provenía de Snitterfield, un
pueblecito a 5 km al norte de Strafford, donde era arrendatario de una finca
de Robert Arden, un hidalgo de la zona, padre de ocho hijas, la menor de las
cuales, Mary, se convertirá en su esposa en 1556, una vez que él se haya
labrado un porvenir como artesano y comerciante en Strafford. Las cosas le
fueron bien y llegó a ser propietario de una manufactura
de guantes, una de las actividades mejor vistas de la época, como nos lo
demuestra el hecho de que este gremio fuera uno de los más florecientes y
poderosos. Más tarde amplió su actividad con el comercio de cuero, lana, carne
y trigo. Al mismo tiempo se iba convirtiendo en uno de los ciudadanos de más
prestigio de Stratford, pues llegó a ser alguacil, interventor, chambelán, regidor
y alcalde. La pareja tuvo cinco hijos, el tercero de los cuales fue William. Es
de suponer que, como hijo de tan ilustre ciudadano, gozara de una buena educación
y asistiera de los 8 a los 11 años a la escuela de gramática latina, donde
leería a Plauto, Terencio, Virgilio y los prosistas latinos que lo
introducirían en la historia antigua, mientras que la sensibilidad y el sentido
de lo bello, la fascinación de un mundo fantástico lo debería a las Metamorfosis,
de Ovidio. Obras éstas que debió leer en latín, pues el libro de texto era
la gramática de Lily, a la cual hará referencia en un pasaje de Las alegres
comadres de Windsor, y ésta exigía no sólo leer en latín sino hablar,
escribir versos, pronunciar discursos, etc., lo que contradice en gran parte la
calificación de "campesino ilustrado" que algunos han querido ver en
él.
¿Qué hizo Shakespeare
desde los 11 a los 18 años? Hay quien opina que quizás ayudó a su padre en su
actividad; quien afirma que debió trabajar en un estudio legal y quien cree
que fue maestro rural. Lo cierto es que a los 18 años se casa con Ann Hathaway,
joven de 26 años, 8 mayor que él y que estaba encinta de 4 meses. A poco nació
su primera hija, Judith, y tres años más tarde los gemelos Susanna y Hamnet.
Esta boda precipitada y el supuesto desdichado incidente ocurrido en 1586, en
la que fue acusado de cazador furtivo en la finca de Sir Thomas Lucy, han dado
pie a algunos para atribuirle una juventud turbulenta.
Según la leyenda este
incidente lo espoleó para componer unas estrofas
venenosas que encolerizaron a Sir Thomas, y por las que tuvo que poner tierra
por medio abandonando sus medios de vida y su familia, huyendo a Londres.
Algunos biógrafos
sostienen que Shakespeare fue un "emigrante" pues debido a la
depresión económica en las pequeñas ciudades muchas personas marchaban a
Londres, donde existía un verdadero auge mercantil, favorecido por la política
expansionista de la reina Isabel; Shakespeare, sin oficio fijo, sería uno de
estos que fueron a probar fortuna. Otros creen que se marchó porque se ahogaba
en el ambiente pueblerino de Stratford y porque no se llevaba demasiado bien
con la mujer; y quienes afirman que se unió a una compañía itinerante de
actores de paso por Stratford.
No tendremos noticias suyas hasta 1593, en que
reaparece ya famoso y admirado en el mundillo teatral londinense. Lo demuestra
el bagaje respetable de alusiones, críticas y elogios de sus contemporáneos
como actor y dramaturgo. Posiblemente cuando llegó a Londres tuvo que
desempeñar diferentes oficios para subsistir, antes de que se pudieran
representar las obras que aún tendría que escribir, y el de guardián de
caballos en la puerta del teatro tuvo que ser uno de los primeros. El puritano
Ayuntamiento de Londres había prohibido los teatros en la ciudad por
considerarlos semillero de vicios y malos ejemplos que corrompían a los
aprendices de la ciudad y los inclinaban a la molicie y la lujuria. Esto
obligó al mundo de la farándula a instalarse al otro lado del Támesis, fuera de
la jurisdicción de la ciudad y la molestia de sus alguaciles. Allí acudía cada
tarde una masa pintoresca de aficionados y picaros en carruajes, a caballo o a
pie, según los medios económicos, y la alegre algarabía cruzaba los escasos
puentes que unían las dos orillas. A la vera de los teatros, una multitud de
pilletes y jóvenes sin blanca ofrecían cuidar de los caballos mientras duraba
la función. Quiere la tradición que Shakespeare, recién
llegado a Londres, se ganase así la vida. Tanto destacó por el celo que ponía
en su trabajo que el número de clientes fijos creció y al fin hubo que contratar
a otros muchachos para que lo ayudasen a guardar los caballos a él confiados.
Mucho tiempo después, cuando ya Shakespeare había alcanzado fama y posición
social en Londres, los guardadores de caballos a la puerta de los teatros
seguían denominándose "los mozos de Shakespeare", en recuerdo quizá
de aquella humilde actividad del dramaturgo.
Londres era por esa época "el corazón palpitante de un
país ahora completamente despierto". La reina Isabel había conseguido una
política de "balanza del poder" que había dado sus buenos frutos. En
el interior unidad y paz, desarrollo cultural y económico. En el exterior un
continuo desafío a la política española mediante la ayuda a Flandes, los golpes
de mano piratas, la ejecución de María Estuardo y la afortunada destrucción de
la Armada Invencible, donde los buques ingleses demostraron su mayor
maniobrabilidad. La ciudad contaba con cerca de 150.000 habitantes cuando
Isabel subió al trono; a su muerte esta cifra se había doblado. El Támesis era
su arteria vital, la que daba unidad a su aglomeración; en la orilla norte era
donde se alzaban los edificios más importantes y lo más denso de la población
urbana. La corporación municipal de Londres era bastante severa, como hemos
visto, y Shakespeare hará referencia a ellos en muchas de sus obras,
llamándolos "tiranuelos", así que las zonas suburbiales se expandían
rápidamente fuera de su jurisdicción. En esta periferia se encontraban muchas
posadas, cuyos patios sirvieron en Londres para albergar las primeras
representaciones dramáticas, como la White Hart Inn = posada del "Ciervo
Blanco" en Southwark, "La cabeza de Jabalí" en East Cheap o
"la Sirena" en Cheapside.
También es probable que Shakespeare ingresara en una compañía de actores a poco de su llegada a Londres y
allí se forjara como actor y autor. Las compañías estaban formadas por grupos
de unos 8 actores al amparo de algún noble que les brindaba su nombre y
patrocinio, compartiendo entre ellos los riesgos y participando en las
ganancias. Además tenían dos o tres aprendices o chicos para los papeles
femeninos y para los secundarios pagaban a algunos novicios; como uno de éstos
empezaría Shakespeare. Las compañías presentaban sus obras en Londres durante
el otoño y el invierno, y al llegar la primavera salían a recorrer el país. En
ellas se forjaron hombres de grandes cualidades, que asumían las
responsabilidades de los principales papeles y ayudaban al montaje de la obra,
como el gran William Kemp, que según la leyenda introdujo a Shakespeare en el
mundo del teatro y formó con él en la misma compañía hasta 1599.
El teatro inglés empezará su período de auge durante
el reinado de Isabel I con los "actores de la Reina". Hasta ahora
las compañías eran severamente controladas y sus temas y modelos clásicos no
atraían al público. La tragedia de Gordobuc, de Thomas Norton y Thomas
Sackeville, de inspiración senequista, con sus efectos truculentos y una nueva
forma de versificación, el verso blanco o suelto, entusiasmará a los
espectadores, que se sentirán identificados con un lenguaje actual, pero con la
fuerza y la sugestión del verso. Pronto no hubo fiestas sin representación dramática
y los grandes señores rivalizaron en disponer de un buen ramillete de actores.
En 1594 se creó la compañía de actores de Lord
Chamberlain, a !a que perteneció Shakespeare durante toda su vida teatral,
incluso después de muerta la reina Isabel, cuando pasó a ser la Compañía Real,
con Jacobo I. Esta compañía estaba
integrada en realidad por un equipo de actores-autores. El repertorio era muy
variado. Cada tarde se ofrecía al público una obra diferente. Si la obra
fracasaba ya no se volvía a escenificar. Si por el contrario gustaba, se
reponía a intervalos de dos o tres días. Una obra de mucho éxito podía muy
bien representarse unas diez o doce veces en un mes. Este sistema exigía unos
actores muy entrenados y ocupadísimos en los ensayos.
Al representarse cada tarde una obra distinta, al
actor le quedaba poco tiempo para grandes representaciones. Se cuenta incluso
que había
actores tan hábiles que, dándoles el argumento, eran capaces de improvisar el
diálogo de la obra conforme se iba desarrollando la acción. No debe
extrañarnos pues que los autores, y Shakespeare no fue una excepción, no se
preocuparan demasiado por la obra escrita ni por hacerle las debidas
correcciones para la imprenta.
Lo cierto es que, para 1594, Shakespeare ya era
apreciado en la corte, fue publicado su poema "Venus y Adonis", y ya era
famoso como escritor de comedias. Así lo atestigua el rencoroso comentario de un colega
menos afortunado que él, Robert Greene, quien en carta dirigida a otro
escritor se queja amargamente de ser pagado con avaricia y falta de respeto,
poniéndole en guardia contra los actores y contra el éxito de un advenedizo:
"No, no os fiéis de ellos. Porque ahí tenéis a un presuntuoso pajarraco que
se embellece con nuestras plumas, que, con su corazón de tigre metido en
pellejo de cómico, se cree a sí mismo capaz de escribir el verso blanco como el
mejor de nosotros y convertido en un perfecto Juan Factótum se las da de ser
el único «agita-escenas» del país".
A este periodo pertenece su primera tragedia, Titus
Andronicus; sus comedias, The Comedy of Errors, The Taming of the Shrew,
The Two Gentlemen of Verona; sus obras históricas Henry VI (en
tres partes) y, posiblemente, Richard III.
En 1594 Shakespeare se une a la compañía de Lord
Chamberlain's men, a la que pertenecía Richard Burbage, actor trágico
por excelencia; William Kemp, cómico; John Heminge y Henry Condell, futuros managers
de la compañía y editores del First Folio. Las comedias de este período
presentan una maravillosa armonía y están llenas de poesía: A
Midsummer-Night's Dream, Romeo and Juliet, Love's Labour's Lost, The Merchant
of Venice; mientras que sus tragedias anticipan la futura madurez: Richard
II, Richard III, Henry IV, The Life and Death of King John. Las cosas le
iban muy bien. A su padre se le concede un "escudo de armas" por sus
servicios como alcalde, honor que había solicitado 30 años antes, pero se le
concederá ahora gracias en parte a la importancia de su hijo, que a su vez
comprará New Place, la mejor casa de Stratford.
La apertura del teatro Globo, en 1599, marca un
cambio en la producción
de nuestro dramaturgo; ahora escribirá sus siete grandes tragedias: Julius Caesar,
Hamlet, Othello, King Lear, Macbeth, Antony and Cleopatra y Coriolanus.
Los biógrafos de Shakespeare han tratado de explicar este
gusto por la tragedia a causa del estado de ánimo en que lo dejó la misteriosa
"Dama Morena" de sus Sonetos, pues cuentan la historia de una
amistad íntima con un hombre de clase social superior, hablan de riñas y
reconciliaciones, de un poeta rival y de un asunto amoroso con una mujer
infiel. Pero como ni el amante ni la dama morena, han podido ser identificados,
no es material aceptable como evidencia biográfica. Ciertamente Shakespeare
debe haber sufrido un proceso de transformación, pero no necesariamente como
consecuencia de su desilusión o amargura, sino más bien a causa de la cálida
humanidad de su receptiva madurez para recrear e imaginar la más trágica
intensidad de las pasiones humanas, valiéndose de su legendario dominio de la
lengua inglesa.
No hay que olvidar, sin embargo, que Shakespeare
escribía
sus obras a menudo "a medida" de los actores que iban a representarlas, o al menos los tenía muy en cuenta. Entre
1605 y 1608 la compañía debió tener un chico bien dotado para el retrato de
mujeres emocionales y malvadas, para el que concibió Shakespeare los
personajes de Lady Macbeth, Goneril y Cleopatra. En 1610 sucedió a éste otro
chico con encantos de jovencita adolescente, a propósito para los papeles de
Marina, Imogen, Perdita y Miranda. Esto quizás explique el retorno a la comedia
en el último período del dramaturgo.
El incendio del teatro Globo, en 1613, marca el final
de la carrera artística
y dramática de Shakespeare. En 1611, cuando nuestro dramaturgo estaba en la
cúspide de su fama y madurez creadora, le dice adiós a la escena con The
Tempest, una obra en la que el mago Próspero, al dejar sus atributos
mágicos, transparenta al propio Shakespeare dejando la pluma.
El mozalbete que hubo de huir de Stratford regresaba
rico y famoso a su patria chica, donde le esperaba su mujer, sus nietos y sus
propiedades. En Stratford fue donde invirtió la mayor parte de sus ganancias, quizá
para alardear de la nueva prosperidad de los Shakespeare ante sus paisanos, que
vieron arruinarse a su padre.
Sin embargo el genial dramaturgo pudo gozar por poco
tiempo de su retiro: murió
cinco años después, cuando contaba 53 de edad. Lo sepultaron en la parte norte
del presbiterio de la iglesia de Stratford, donde todavía se conserva su busto
funerario en una hornacina de la pared con la siguiente inscripción, en latín
e inglés, una loa exaltante de su genio:
Detente caminante, ¿por qué vas tan aprisa? Lee, si sabes, a quién puso
la muerte envidiosa en este monumento: ¡A Shakespeare! Aquel con quien murió la
fresca naturaleza. Su nombre es ornamento de esta tumba mucho más de lo gastado en ella, pues todo
cuanto ha escrito deja al arle viviente como
mero paje al servicio de su genio. Murió el año del Señor de 1616.
Siete años después de su muerte, John Heminge y Henry
Condell, actores y amigos de Shakespeare, decidieron editar la primera
colección de obras del amigo, el llamado "Primer Folio", por su
formato y para distinguirlo del 2º, 3º y 4º que siguieron en los años 1632,
1663 y 1685, los cuales se basan siempre en el anterior. Aquí incluyeron 35 de
las 36 que ellos atribuían a Shakespeare.
Obras de Shakespeare
Dramáticas
|
|
1590-91
|
Enrique VI (2°
y 39 partes)
|
1591-92
|
Enrique VI (le
parte)
|
1592-93
|
Ricardo III
La comedia de las equivocaciones
|
1593-94
|
Tito Andrónico
La fierecita domada
|
1594-95
|
Los dos caballeros de Verona
Trabajos de amor perdidos
Romeo y Julieta
|
1595-96
|
Ricardo II
Sueño de una noche de verano
|
1596-97
|
La vida y muerte del
rey Juan
El mercader de Venecia
|
1597-98
|
Enrique IV (Ia y 2a partes)
|
1598-99
|
Mucho ruido y pocas nueces
Enrique V
|
1599-1600
|
Julio César
Las
alegres comadres de
Windsor
(Falstaff)
Como gustéis
Noche de Epifanía
|
1600-01
|
Hamlet
|
1601-02
|
Troilo y Cresida
|
1602-03
|
A buen fin no hay mal principio
|
1604-05
|
Medida por medida
Ótelo
|
1605-06
|
Macbelh
El rey Lear
|
1606-07
|
Antonio y Cleopatra
|
1607-08
|
Coriolano
Timón de Atenas
|
1608-09
|
Pendes
|
1609-10
|
Cimbelino
|
1610-11
|
Cuento de invierno
|
1611-12
|
La tempestad
|
1612-13
|
Enrique VIIP
Dos nobles parientes2
Líricas
Venus y Adonis
La violación de Lucrecia
Querellas de una amante
El peregrino apasionado
Sonetos para diferentes aires de música
El fénix y la tórtola
Sonetos
|
Líricas
|
|
Venus y Adonis
La violación de Lucrecia
Querellas de una amante
El peregrino apasionado
Sonetos para diferentes aires de música
El fénix y la tórtola
Sonetos
|
EL SIGUIENTE ENLACE SIRVE PARA DESCARGAR
OBRAS COMPLETAS VOLUMEN 1
(INCLUYE HAMLET, OTELO Y ROMEO Y JULIETA ENTRE OTROS)
Citas pie de página.
1 Hemos de enfrentarnos con el exasperante hecho de
que Shakespeare es todavía nuestro modelo.
2 De atribución dudosa. Es posible
que Shakespeare sólo colaborase
en ellas.